segunda-feira, 16 de fevereiro de 2009

Agnóstico

Caminó, con esos pasos ancianos que siempre van en zapatillas, delante de los bisontes y los canguros del parque. Hacía sol. El primer domingo de sol después de la lluvia. Sin desprenderse de unos jirones de elegancia y orgullo, me agarró del brazo.
-...ya me queda poco, hija.
-... Poco?, poco para qué? (con este tonillo estúpido del tebeo que fingimos cuando no sabemos disimular)
-Poco: me queda poco. Poco para irme a freír puñetas…
-...
Y añade:
-En caso de que las puñetas se frían, claro... cosa que dudo…
Sus ojillos sonrieron con la misma malevosía de mi hijo.
Y seguimos arrastrando los pies delante de los bisontes.

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