Vamos a decir que se llama Marcos y tiene catorce años, aunque no sea verdad. Camina dejando caer los brazos y arrastrando los pies como si la calle fuese la alfombra junto a la cama, pero busca en los escaparates la certeza de su aspecto y alguna mirada en la que colgar el disfraz de su joven mentira. Vamos a decir que tiene catorce años y que cuando camina arrastra los pies mientras sueña canciones de amor.
Fuerza la rima y se le escapa la ternura pero el humo dibuja nubes delante de sus ojos mientras su madre traga lágrimas de cristal para rehacer el camino.
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Pau, qué triste de repente...qué miedo...
ResponderExcluirNo, creo que no es tan grave. Su madre tiene esa fuerza con la vida alumbra a algunas mujeres al parir. Va a sostenerlo a unos pasos del abismo y no va a necesitar ni volar. Además le conoces, es muy buena gente... :)
ResponderExcluirSí, le identifiqué pero me dió un poco de miedo como lo escribías...me temo que me impresiona mucho tu prosa :)
ResponderExcluirBueno, cuando se escribe.. ya se sabe ;) Pero, en serio, creo que tiene remedio. bjs.
ResponderExcluirOgallá a vida nos dea a todas as nais esa forza, ainda que todas preferimos non precisar sabelo nunca
ResponderExcluirOxalá, Fina, oxalá... mas estou quase certa de que temos todas essa força. Sempre há casos e coisas.. mas ser mae é precisamente isso: estar e puxar sempre. Beijinhos. Obrigada por estares cá!
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