segunda-feira, 15 de outubro de 2012

Un domingo perdido

Todo el día pensé que era el capricho de un anciano y, pese a ceder a él, por cariño y compasión, no dejé de considerarlo un domingo perdido. Fui para su casa. Aproveché, eso sí, para trajinar algunas cosas en la cocina. Fui cargada de pimientos para cortar y congelar, de judías para escoger, de algún pantalón del pequeño Nicolás para remendar rodillas... Todavía sobró tiempo para ver una película, para la merienda, un café con leche y con galletas y para darle la mano, fría, mientras hablábamos.
Esta mañana me ha llamado. Solo quería informarme de que iba a salir. Iba a la compra. Después, antes de colgar, dejó suelto un silencio que revoloteó en el auricular antes de posarse:
-Hija...
-Dime papá.
-El día de ayer... me recordó a los días de nuestra casa.
Le pedí que repitiera porque dudé de haberlo comprendido.
-Me recordó a los días en nuestra casa...
Quería decir a lo días en que mamá vivía. A los días en que él y yo hablábamos como si proyectáramos el mundo. Cuando el futuro nos cabía en las palabras. Cuando el olor de las rosquillas nos empujaba por el pasillo.
-Un beso, papá.
-Hasta luego.

8 comentários:

  1. Ojalá fuese capaz de tener "Vuestros domingos perdidos" y ese olor a rosquillas recién hechitas, calentitas, entrañables, familiares... es un recuedo precioso!!
    bss

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  2. !Bua nena! Que lindo momento. Bs

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  3. Emocionante. Emocionante esse "poder" das palavras. Emocionante. Parabéns.

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  4. Obrigada sempre. Suponho que es tu... Muito emocionante o instante.

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  5. emocioneime Paula, inda sigo emocionada

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  6. --- é mui doce sentir que a emoção chega.. obrigada, linda.

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  7. Nunca son perdidos, te lo aseguro, esos domingos. Guárdalos todos, uno a uno.
    Bjs

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