terça-feira, 14 de janeiro de 2014

Pan 1

Cerró la puerta de la cocina y se quedó a solas. Dijo que no quería corrientes de aire que alteraran la masa. En realidad quería la reconfortante tibieza de la soledad antes de comenzar aquella experiencia sencilla y elemental, antigua y primitiva, a la que ella y sus miedos revestían de trascendencia. No sabía si el pan querría crecer de sus manos.
Midió  las cantidades de harina y agua con el respeto de la aprendiza. No dudaba, pero se temía a sí misma en la disciplina del tiempo. La impaciencia. Tal vez todavía no era posible. Se recordaba en la tortura de esperar por las fotografías cuando existía la magia lenta del revelado. Adoraba la inmediatez, la instantaneidad, la teletransportación de star trek frente a la fuerza y la voluntad de los jedais.
Y allí estaba ahora, con las manos trabajando una masa simple, perfumada de antigüedad, que no era otra cosa que su misma paciencia.

3 comentários:

  1. El placer de crear despacio, el placer nervioso de la primera vez, el olor de lo antiguo....

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  2. Ese es el sonidito del pan cuando está hecho. Golpeas en la base y hace toc, toc...
    Sigo aquí, sí...

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